Al tratar de evadirla,
inevitablemente como en los últimos días, llegaste a mi mente,
No por placer al dolor, diría que, simplemente por recordar,
Por recordarme en meses muy atrás,
y pensé en lo que una hace, por estar aferrada a la esperanza.
Sí,
es más fácil echarle la culpa al amor y a las utopías,
pero a mi parecer, es ese deseo de esperar,
de pensar,
idealizar que el contexto, la persona, en fin, la realidad cambie,
te hace tomar actitudes, resoluciones,
no muy felices ni placenteras...
me hizo tomar....
Como goma de mascar, o como dicen en mi país "Má pegá que un chicle",
nos adherimos, nos aferramos tanto a algo, a alguien,
queremos que cambie; y justificamos su camaleonaje lento
puede que lo intente, en forma, sí,
pero en el fondo,
y siento un poco realista,
los simples deseos
no son suficientes
ni provocan esa acción o reacción que llena ese espacio,
o que plancha aquel papel arrugado.
Esa incertidumbre, de que sea verdadero,
que no sea forzoso, ni a la vez tan "Laissez Faire"
no es saludable.
Sin ser pesimista, es más, lamento por serlo,
Así puede ser.
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